Introducción
El conocimiento y la ciencia son como edificios: se sustentan en supuestos que actúan como cimientos. Estos supuestos, que son una analogía de las bases que sostienen un edificio, son esenciales para la estructura del conocimiento. Ejemplos de supuestos incluyen las matemáticas, la validez del método científico, la razón, la conciencia y fiabilidad de los sentidos. Aunque las ciencias no pueden demostrar definitivamente sus supuestos, dependen de ellos para construir sus disciplinas, y esta construcción opera de manera efectiva.
Dentro de la teología cristiana, estos supuestos son denominados dogmas, como la existencia de Dios, su amor por la humanidad y el registro de su Palabra en el libro de libros, la Biblia.
Los credos buscan sintetizar las doctrinas fundamentales de la Biblia, concernientes a la salvación. Son los cimientos inquebrantables de nuestra fe cristiana y desempeñan la función de distinguir al creyente en Jesucristo, como único y suficiente salvador de la humanidad, de un pseudo creyente.
Estos credos son, por tanto, más que meras declaraciones teológicas, son anclajes que preservan la integridad y la coherencia de nuestra fe en medio de la diversidad teológica. Mantener estos principios es imperativo, ya que desviarse de ellos abre la puerta a la herejía, la blasfemia y la negación de nuestro Señor. Son, pues, INNEGOCIABLES como fundamentos doctrinales.