Durante mucho tiempo el episodio de Jesús, maldiciendo a la higuera fue un pasaje extraño: Jesús se aproxima, esperando encontrar algún fruto en ella, pero el tiempo de dar frutos ya pasó ¿Por qué Jesús maldice a una planta que no puede dar frutos por estar fuera de temporada? ¿No estaba al tanto de las estaciones del año? ¿No le pedía un absurdo a una simple higuera? En este artículo te comparto lo que Dios ha hablado a mi vida con esta higuera y con una calabacera.
Mat 21:18-22; Mar 11:12-14 y 20-24; Jon 4:6-11
En mi iglesia local hay dos guayabos y un árbol de limón. El limón daba frutos todo el tiempo, hasta que se secó, y los guayabos dan fruto una vez al año, pero el resto del año sólo sirven para dar sombra, para que los colibríes hagan nido y para hacer té.
Dios tiene un propósito
Para entender el pasaje de la higuera es importante centrarnos en que Dios no hace cosas al azar. Cada mandamiento y acción que revela al hombre refleja parte de ese propósito, de esa santa voluntad que va en armonía con el resto de sus cualidades divinas: ciencia, prudencia, amor. Cuando hay algún pasaje o una circunstancia en nuestra vida difícil de entender, un consejo práctico es orientar nuestro pensamiento con esta máxima: Dios tiene un propósito
Si el verdadero Dios «no juega a los dados» (como diría Einstein), entonces la maldición de la higuera no es un acto aislado de un Dios Hijo iracundo, sino de un Señor Jesucristo que quiere decirnos algo lo suficientemente importante como para asentarlo en dos de los cuatro evangelios: Mar 11:12-14 y 20-26; y Mat 21:18-22
Una calabacera inocente
En la Biblia hay otro pasaje similar, donde Dios usa la muerte de una planta para comunicar un gran mensaje:
Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales? (Jon 4:10-11)
En esta historia hay 4 personajes: Dios, Jonás, la calabacera y Nínive. Dios, con cuidado, prepara la calabacera para deleite de Jonás y luego se la quita ¡Y Jonás se quiere morir del coraje! (algún día hablaremos más de Jonás) ¡y así termina el libro de Jonás! ¿Qué pasó después con él? ¿Con Nínive? No importa ya, es como una película con final abierto… magistral ¿no?
La muerte de la calabacera tiene un propósito divino para enseñarle una gran lección a Jonás: El infinito amor de Dios en contraste con el egoísta amor de Jonás hacia un objeto que le brinda un bien y, por otro lado, en contraste con su desprecio por la ciudad de Nínive.
Sí, Dios puede amar y tener misericordia hasta de nuestros peores enemigos; y nosotros podemos tener más amor a una mascota, o una planta, que a un ser humano.
El mensaje de la higuera estéril
Regresando a la historia de la higuera, también hay personajes en esta historia: Jesús, los apóstoles y la higuera. Los personajes, el contexto y el mensaje general de Jesús nos ayudan a entender lo importante. Veamos cómo responde Jesús luego de secar la higuera:
Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mat 21:21-22)
Queridos hermanos, si el Verbo de Dios (Apo 19:13), por quien fueron creadas todas las cosas (Col 1:16) que es la Palabra creadora (Jn 1:1-3) que trajo de la nada todo lo que existe demanda un higo a una higuera estéril ¡La higuera puede darlo! La higuera se enfrenta a un mandato creador al cual sólo tiene que obedecer ¿Podía la luz ser luz desde la nada? No, y sin embargo se hizo la luz; ¿podía el agua estéril producir seres vivientes? No, y sin embargo los produjo; ¿podía la tierra estéril producir plantas? No; ¿podían cinco panes y dos peces alimentar a multitudes? No; ¿podía un cadáver levantarse? ¿una mano seca sanarse? ¿unos ojos ciegos ver? ¿un vientre estéril dar a luz en su vejez? No, ninguna de estas cosas era posible, pero sucedieron.
Imagino a la higuera diciendo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, recoges donde no esparciste y demandas lo imposible; por lo cual tuve miedo, y no puedo hacer el fruto que me pediste (Mat 25:24-25 paráfrasis)
Pero, así como con Jonás, la higuera es un instrumento pedagógico en manos de un Dios amoroso que tiene un plan de redención para sus discípulos y para ti, este mensaje es para ti:
No digas «no puedo» a lo que Dios te demanda, ten fe en que Dios te sustenta. Deja de ver la tormenta y comienza a caminar sobre las aguas, si él dice «ven», entonces ¡Ve! No dudes, no pongas excusas, sólo ve, enfrenta el problema, pelea ¡gana! No veas al gigante, ve al Todopoderoso; no veas los 450 profetas de Baal (y 400 de Astarté) ¡Ve a Cristo!; No veas cómo el ejército de Faraón te rodea frente al mar rojo ¡Firmes y adelante, huestes de la fe!
En la tormenta que atraviesas ¡Mira a Cristo! Confía y obedece. Este mensaje es de aliento, pero también de advertencia, de exhortación: Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. (Mat 25:28–29). Puedes ser como Barac, con más miedo que fe; o puedes ser como Débora, con más fe que miedo; pero ya sea uno u otro, Dios hará su voluntad, con o sin ti ¡Deja que te use con poder!
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